¿Abril, Aguas Mil?
Parece ser que este refrán va perdiendo su constatación meteorológica de pronosticar siempre lluvia en el mes de abril. Hoy día, en plena primavera, en esta zona templada del hemisferio norte, no cae ni una gota de agua, nuestro cielo azul no puede atrapar nubes de vapor porqué el aliento de la tierra se seca.
Ante este panorama, y si no lo subsanamos pronto, me veo en unos años como un Fremen de Arrakis sobreviviendo en el desierto con una vestimenta muy sofisticada, ajustada al cuerpo, que me permita recuperar el agua que pierda por orina o transpiración, un destiltraje, como lo llaman en Dune.
El cambio climático contribuye a la falta de lluvia debido al aumento de la temperatura global del planeta. Este cambio en el régimen de precipitaciones provoca que en algunas zonas del planeta ya no llueva como antes, esto significa que en unos años no habrá suficiente agua para mantener la vida en todas las partes de la Tierra.
Metidos en este círculo vicioso de aumento de gases de efecto invernadero—aumento de la temperatura—disminución de las precipitaciones, y ante la falta de sensibilidad de unos y la desesperación de otros, algunos confiamos en que este proceso de desertización retroceda a tiempo, siempre y cuando se apliquen medidas urgentes que garanticen un futuro sostenible y habitable para todos (IPCC marzo 2023).
Así que, antes de confeccionarme un destiltraje, emplearé mi último recurso de esperanza: danzaré y pediré agua para todos, citando las palabras del indio piel roja Noah Seattle en su bella y profunda declaración medioambiental: Ni la frescura del aire ni el brillo del agua son nuestros…
Fotografía Freepik