Sentido y contrasentido
Me gusta el mes de junio y me gusta el verano, la estación en la que los días se prolongan y las noches se acortan, provocando que los sueños queden atrapados en la madrugada, como prisioneros esperando a ser liberados en la siguiente puesta de sol.
En su movimiento de traslación o giro alrededor del Sol, la Tierra se acerca al astro rey e inclina su hemisferio norte, un gesto de reverencia que nos proporciona más horas de luz y calor.
El verano huele a muchas cosas, se despliega un enorme abanico de aromas y olores que no podemos ver y, sin embargo, sentimos tan reales. Los atardeceres estivales tienen su propio encanto, un brillo esplendoroso que se apaga gradualmente dando paso a una oscuridad abierta y azulada, entonces la magia cobra vida y hasta las telarañas posadas en las ramas de un arbusto dejan de tener un aspecto tenebroso.
Y mientras la Tierra gira y gira, todo parece normal aquí abajo, una vuelta más, el reloj que no se detiene y otra vez jugamos a alejarnos o acercarnos al absurdo, buscándole un sentido o un contrasentido a nuestras vidas.