De un páramo estéril a un jardín de vida
En una de mis idas y venidas, le hice una fotografía a una puerta que me llamó mucho la atención debido a su especial encanto, ya que parecía colgada en medio de la nada.
Una vez en casa, al ver la fotografía de nuevo y detenerme en cada detalle, me transportó a un mundo diminuto en el que imaginé que la puerta pertenecía. Me pareció como si hubiese despertado bajo un manto de estrellas.
Revisé el buzón con curiosidad, pero no encontré ninguna llave ni ninguna nota que pudiese explicar cómo había llegado hasta allí.
La luz que emanaba del blanco de la pared me iluminó intensamente, concediéndome poderes especiales para abrir la puerta número uno sin necesidad de tocarla, solo con el poder del pensamiento.
Al abrirla, experimenté una revelación profunda. Me di cuenta de que el miedo y la duda, que a veces aparecen en mi vida, son simplemente señales que indican que estoy lista para embarcarme en la siguiente gran aventura.
Al cruzar el umbral con determinación y valentía, dejé atrás un páramo estéril y me adentré en un exuberante jardín rebosante de vida, otorgando un nuevo significado a mi existencia.